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El día de la desgracia templaria

Caballeros Templarios

La Caída de los Caballeros Templarios

Traición, poder y fuego... el fin de una de las órdenes más poderosas de la Edad Media.


En el año 1306, la Orden del Temple se había convertido en una potencia temida y respetada. Su riqueza, sus fortalezas y su influencia despertaban la envidia de reyes y nobles. Entre ellos, el más peligroso fue Felipe IV de Francia, conocido como “Felipe el Hermoso”.

Agobiado por las deudas y cegado por la ambición, el monarca decidió destruir aquello que no podía controlar. Aconsejado por sus más cercanos aliados, tramó un complot contra los templarios. Su estrategia fue tan simple como mortal: acusarlos de herejía, idolatría y sodomía, los crímenes más terribles de su tiempo.

Felipe presentó sus falsas acusaciones ante el Papa Clemente V, y poco a poco los rumores se propagaron. Lo que una vez fue una orden de honor, ahora era vista por muchos como un grupo de traidores a Cristo. Así comenzó la caída de los templarios.

El Viernes Maldito

El viernes 13 de octubre de 1307, día que pasaría a la historia como símbolo de mala suerte, las tropas del rey irrumpieron en los templos y fortalezas de Francia. Jacques de Molay, último Gran Maestre, fue arrestado junto a centenares de caballeros. Sus bienes fueron confiscados, sus casas tomadas, y su orgullo, quebrado bajo las cadenas de la Inquisición.

Pero el tesoro del Temple, esa fortuna legendaria que tantos ansiaban, jamás fue encontrado. Se decía que poco antes de las redadas, los templarios habían sacado cofres y reliquias sagradas de París. Cincuenta caballos partieron al amparo de la noche y dieciocho galeras zarparon rumbo desconocido. Ninguna regresó jamás.

El Juicio del Fuego

Durante siete años, los templarios fueron torturados, humillados y ejecutados. Los interrogatorios se convirtieron en espectáculos de horror. Algunos confesaban bajo tormento, otros morían defendiendo su inocencia. Se decía que en las celdas resonaban plegarias entre gritos y el repiqueteo del hierro ardiente.

El 18 de marzo de 1314, en la isla de los Judíos, frente a la catedral de Notre Dame, Jacques de Molay fue llevado a la hoguera. En medio del fuego, antes de que su voz se apagara, lanzó una maldición que estremeció a quienes lo escucharon:

“¡Clemente, y tú también, Felipe! Traidores a la palabra dada… os emplazo ante el tribunal de Dios. ¡Antes de un año, ambos estaréis ante Él para rendir cuentas!”

Y así fue. El Papa Clemente V murió un mes después, el 9 de abril de 1314. Felipe el Hermoso cayó de su caballo ese mismo año, el 29 de noviembre. Desde entonces, se dice que la maldición templaria cayó sobre la corona de Francia.

Los Últimos Templarios

Algunos templarios lograron escapar. Encontraron refugio en Escocia bajo la protección de Robert Bruce, el rey proscrito. Allí, el 24 de junio de 1314, en la batalla de Bannockburn, jinetes cubiertos con capas blancas y estandartes negros irrumpieron en el campo de guerra. Lucharon con valentía, y luego desaparecieron en la niebla. Desde entonces, el destino de los últimos templarios se perdió en el silencio de la historia.

El Misterio del Pergamino de Chinon

Siglos más tarde, un hallazgo cambiaría la percepción de su condena. En los archivos del Vaticano, la historiadora Barbara Frale descubrió el Pergamino de Chinon, un documento fechado entre el 17 y el 20 de agosto de 1308. En él, el Papa Clemente V absolvía secretamente a Jacques de Molay y a sus hermanos templarios de las acusaciones más graves. La verdad, sin embargo, llegó demasiado tarde.

¿Sabías que…?
La superstición del viernes 13 como día de mala suerte proviene, en gran parte, de la detención de los templarios en 1307. Desde entonces, el día quedó marcado por el infortunio y la traición.

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1 Comentarios

  1. Hay problema con las fechas, se dice llegó a Francia en octubre de 1307 y le dieron audiencia para agosto de 1307.
    Otro tema, el Rey de Aragón protegió a los Templarios, creando la Orden de N. Sra. de Montesa para incluirlos.

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